Ventajas: Afortunadamente, para garantizar el pago del alquiler, el propietario dispone de varias opciones, entre las que se encuentra la fianza personal, que le permite protegerse gratuitamente contra el riesgo de impago. La fianza es una persona que se compromete a garantizar el cumplimiento de una obligación en caso de que el inquilino no la cumpla. En caso de impago por parte del inquilino, por ejemplo, el propietario podrá recurrir al fiador para exigirle el reembolso. Se distinguen dos tipos de fiadores: el fiador simple y el fiador solidario. Si el propietario solicita un fiador simple a su inquilino, en caso de impago deberá exigir primero al inquilino el pago de sus deudas, es decir, no podrá recurrir directamente al fiador. La fianza solidaria suele preferirse a la fianza simple, ya que el propietario puede recurrir a ella desde el primer impago para solicitar el reembolso. El reembolso es, por lo tanto, más rápido, ya que no es necesario iniciar un procedimiento contra el inquilino en primera instancia.
Las desventajas: la fianza personal suele ser difícil de conseguir y no siempre es fiable, ya que una persona física siempre puede incumplir sus obligaciones (accidentes fortuitos, mala fe, etc.). Además, muchos inquilinos presentan documentos falsos y afirman tener un fiador que, en realidad, no está al corriente de la situación. En estos casos, hay muy pocas posibilidades de recuperar el dinero en caso de impago. En algunos casos, el propietario ni siquiera podrá solicitar una fianza a su inquilino, especialmente si ya ha contratado un seguro de impago de alquileres (salvo que el inquilino sea estudiante) o si se trata de una persona jurídica.
- El seguro de impago de alquileres:
Otra alternativa más segura que la fianza personal para protegerse de los impagos de alquiler es la garantía de impago de alquiler (GLI). El principio es sencillo, ya que la GLI funciona como un seguro que reembolsa al propietario si el inquilino no paga el alquiler. Existen varios tipos de GLI, entre los que se encuentran las GLI «tradicionales», ofrecidas por grandes aseguradoras como AXA, La Maif, etc., cuyo coste corre a cargo del propietario. El propietario paga una cuota mensual que ronda el 3 % del importe del alquiler a la aseguradora para beneficiarse de un reembolso en caso de impago. Además de reembolsar al propietario, las GLI tradicionales comprueban previamente el expediente del inquilino para evaluar el riesgo y estimar si pueden o no avalar al inquilino. Este último punto presenta ventajas (ya que el propietario no tiene que verificar cada documento justificativo del inquilino, ya que la aseguradora se encarga de ello con un software específico), pero también inconvenientes, ya que los criterios de las GLI tradicionales suelen ser bastante estrictos y no aceptan todos los perfiles de inquilinos (por lo que existe el riesgo de perder un perfil muy bueno solo por ser atípico).
Además de los GLI tradicionales, están apareciendo nuevos actores en el mercado: los GLI de nueva generación, ofrecidos por startups como Cautioneo. La principal diferencia es que son gratuitos para el propietario, ya que la cuota la paga el inquilino, que paga para que la entidad se haga garante de su expediente. De este modo, el propietario está asegurado en caso de impago del alquiler y se le reembolsa sin carencia ni franquicia y sin pagar nada. Además, todos los perfiles de inquilinos pueden optar a esta garantía, ya que los criterios de elegibilidad se han diseñado para que el mayor número posible de personas puedan acceder al alquiler y para que el propietario no pierda una oportunidad única.