La aportación personal, una condición imprescindible
Para cumplir con los requisitos para obtener una hipoteca en España, tendrás que poner algo de tu parte… y no es una metáfora. En la mayoría de los casos, los bancos exigen una aportación personal, es decir, que financies una parte de la operación con tus propios ahorros. Esta cantidad suele destinarse a cubrir los gastos asociados a la compraventa, como los gastos de notaría, registro, impuestos, gestoría o comisión de apertura.
En realidad, la aportación inicial es mucho más que eso: demuestra tu implicación, tu capacidad de ahorro y tu compromiso con la operación. Esto genera confianza en el banco, que tiende a conceder más fácilmente el préstamo a los perfiles que gestionan bien sus finanzas.
Normalmente, la aportación mínima suele ser de al menos el 10 % del precio del inmueble, aunque en la práctica, muchos bancos requieren entre el 20 % y el 30 % del valor del inmueble, ya que no financian los gastos asociados. Esta tendencia se ha reforzado con la subida de tipos de interés y el endurecimiento de los criterios de concesión por parte de las entidades bancarias, a pesar de la flexibilización parcial del límite de usura (tasa de usura legal) fijado por el Banco de España.
¿Y qué pasa con las hipotecas sin aportación? Existen, pero son muy poco frecuentes. Se conoce como hipoteca al 100 % o incluso al 110 %, y están generalmente reservadas a compradores con alta solvencia, inversores, o bien a jóvenes con empleo estable y buen historial financiero, especialmente si son primeros compradores (primoaccedentes).