El aval es una persona que se hace
responsable del pago de las deudas en caso de impago. Puede ser una persona física (un familiar) o una persona jurídica (una entidad o un banco).
En el caso de un préstamo hipotecario, el banco puede exigir a su cliente que cuente con un aval. Por lo general, se trata de una entidad financiera que se compromete a reembolsar el crédito hipotecario cuando el prestatario no lo hace.
En el centro del mecanismo de fianza se encuentra el garante. Esta persona, o a veces una empresa como una agencia de fianzas, se compromete a reembolsar las cuotas mensuales del crédito hipotecario si el prestatario no puede hacerlo. La función del garante es una garantía adicional para la entidad crediticia, además de las garantías habituales, como la hipoteca sobre la vivienda.
Existen dos tipos de garantía para obtener un préstamo hipotecario: la garantía simple y la garantía solidaria.
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La garantía simple ofrece la ventaja de un compromiso limitado, ya que el prestamista debe intentar primero cobrar la deuda al prestatario antes de recurrir al garante.
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La fianza solidaria, en cuyo caso el banco puede exigir inmediatamente el pago al garante, lo que implica un compromiso más oneroso para este último.
La duración
del compromiso del garante es otro factor importante a tener en cuenta en un contrato de préstamo hipotecario. Si es por un período determinado, el garante no puede retirarse antes de que finalice el plazo previsto. Si es indefinida, el garante tiene la posibilidad de rescindir su compromiso en cualquier momento.
La oferta de fianzas es amplia y variada, e incluye organismos de garantía mutua (FMG),
seguros de crédito y, por supuesto, los bancos tradicionales. Cada una de estas opciones presenta ventajas y costes distintos que deben evaluarse cuidadosamente.
Por último, no olvide que el recurso a una fianza requiere la redacción de un acta notarial y puede conllevar gastos adicionales, como la comisión de la entidad garante.
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